Los niños pequeños enferman con bastante frecuencia. Tan pronto como se recuperan de una cosa, cogen otra.
Es como si tuvieran una diana en la espalda y todos los virus y bacterias apuntasen hacia ella.
Y en cierta manera es así. El sistema inmunológico de un bebé no ha sido expuesto a infecciones, por lo que es mucho más propenso a las enfermedades que los niños mayores y los adultos, que ya tienen inmunidad a muchos gérmenes.
Tampoco ayuda que los niños lo toquen todo y después se metan la mano en la boca. Y aunque todavía son muy pequeños para decir lo que les duele, tanto Internet como otros padres nos ayudan a identificar sus posibles dolencias.
Son bastantes las enfermedades y trastornos que puede sufir un niño pequeño, pero a continuación vamos a ver las más comunes.
¿Qué encontrarás aquí?
Cólicos del lactante
Es el primer trastorno que aparece en un bebé. El cólico es un llanto incontrolable en un bebé saludable. Se considera cólico si el bebé tiene menos de 5 meses y llora durante más de tres horas seguidas durante tres o más días a la semana, durante al menos tres semanas. No es una enfermedad como tal, pero es una situación difícil, tanto para el bebé como para los padres.
Como no se conoce la causa concreta, tampoco hay un tratamiento específico, simplemente consejos que pueden ayudar cómo, por ejemplo, utilizar biberones anticólicos para evitar tragar aire, crear cercanía con el bebé, envolverlo en una mantita o cambiar la alimentación de la madre (si da el pecho).
Reflujo gastroesofágico
Durante los primeros meses, muchos bebés experimentan diversos grados de reflujos. Esto ocurre cuando el contenido ácido del estómago regurgita hacia el esófago, causando dolor. Es un trastorno bastante común en los bebés porque la válvula entre el esófago y el estómago es inmadura.
A menudo, se diagnostica erróneamente como cólico porque los síntomas incluyen vómitos, movimientos tales como levantar las piernas o arquear la espalda, eructos húmedos o ruidos de arcadas guturales.
Alimentarlo dándole menos cantidad, más frecuentemente, puede ayudar, ya que una menor cantidad de alimentos en el estómago disminuye el reflujo.
Esto también estimulará la producción de saliva, que neutraliza el ácido del estómago. Mantén al bebé en posición vertical durante media hora después de alimentarlo para que la gravedad retenga la comida.
Resfriado común
Con la llegada del invierno, llegan los resfriados. Fiebre leve, congestión, tos y una garganta dolorida son sus síntomas. Para mejorar este proceso, consulta al pediatra los medicamentos que puede tomar para bajar la fiebre, utiliza una solución salina para hidratar las fosas nasales y un aspirador nasal para eliminar el exceso de moco.
Virus Sincitial Respiratorio (VSR)
Este virus afecta a los pulmones y los niños menores de 2 años son los más susceptibles de sufrirlo. En la mayoría de los casos, los síntomas son similares a los de un resfriado, pero para los bebés prematuros y los niños que tienen un sistema inmune débil o una enfermedad pulmonar crónica, puede llegar a ser grave.
Llama al pediatra inmediatamente si el bebé está jadeando, respirando muy rápido o luchando por respirar, se niega a beber cualquier cosa, está extremadamente letárgico o comienza a desarrollar un matiz azulado en sus labios y en su boca.
Roséola
Lo más probable es que los síntomas de roséola de tu bebé sean tan leves que apenas los notes. Sin embargo, algunos niños tienen fiebre alta, congestión, tos y una erupción que comienza en el pecho y se va propagando.
Aunque la roséola normalmente desaparece en un plazo de una semana, acude al pediatra si la fiebre tiene un pico o dura más de tres días. Mientras tanto, para aliviar su malestar dale ibuprofeno y que no le saques de casa hasta que la erupción desaparezca.
Enfermedad boca-mano-pie
Esta enfermedad está producida por diferentes virus. Aparece principalmente durante el verano y el otoño y es altamente contagiosa, pasando de niño a niño a través del tacto, la tos, los estornudos y las heces.
Las llagas dolorosas en la boca a menudo vienen acompañadas de puntitos rojos o de ampollas rojas en las manos y plantas de los pies que duran entre siete y diez días. Si el bebé también tiene dolor, dale ibuprofeno.
Puedes aliviar su dolor de garganta con líquidos fríos, pero evita los zumos ácidos, que pueden irritar. También hay que vigilar la deshidratación, ya que las llagas de algunos niños son tan incómodas que se resisten a beber.